Hay un dicho que reza que las cosas dependen del cristal con que se mire. Muchas veces me he sorprendido de la gran cantidad de información que podemos conseguir sobre los aspectos biológicos del embarazo y la reproducción en contraste con lo poco que hay disponible (y de calidad) sobre el embarazo a nivel psicológico: las emociones, el imaginario, la ansiedad y el crecimiento personal que acompaña a cada embarazo. Este es el cristal a través del cual yo miro muchas cosas –llamémoslo desviación profesional–, y que me ha motivado a escribir una serie de post sobre los efectos emocionales que tiene el embarazo en la mujer, así como también, los efectos que tienen algunas emociones de la mujer sobre el embarazo, dos cosas parecidas pero que no son lo mismo.

Empezaré esta serie hablando de las emociones durante el primer trimestre del embarazo. Hace pocos días me topé con este post de El Parto esNuestro en el que se habla del malestar durante el primer trimestre y como aliviarlo. Allí dicen: “El primer trimestre es una noria de sentimientos y emociones, subidas y bajadas de hormonas. Se producen cambios físicos y psíquicos que se nos harán más llevaderos con buena información. Hay tantas formas de vivir el embarazo como mujeres existen. No todas las mujeres tenemos las mismas molestias, ni las vivimos con la misma intensidad.  Las molestias más frecuentes son: aumento de salivación, sensación de hinchazón, sensibilidad olfativa, sangrado de encías, estreñimiento, acidez, apetito desmesurado o falta de apetito, gases, aumento de sudoración, cansancio y sueño, dolor mamario, naúseas, micción frecuente, congestión nasal, mareos y dolores de cabeza.”

¿Y en qué consiste la noria de sentimientos y emociones? Pues bien, en primer lugar, desde que recibimos un resultado positivo, las mujeres experimentamos una mezcla de emociones: alegría, miedo, júbilo, incertidumbre, impaciencia, dudas, etc. Muchas veces estos sentimientos se contradicen entre sí y se vivirán con mayor o menor intensidad dependiendo de los factores personales de cada una. Algunos de estos factores están relacionados directamente con la vivencia de la maternidad: si se es primeriza o no, si se tiene mucho tiempo intentando o, por el contrario, ha sido inesperado, si se ha tenido alguna pérdida, etc.; y otros relacionados con la personalidad y situación vital de cada mujer. Lo cierto es que hay diferentes maneras de “digerir” un embarazo y todas conllevan una serie de emociones que pueden cambiar día a día.

El cansancio, la somnolencia, las nauseas, y la sensación de fatiga, típicas del primer trimestre del embarazo, si bien son un indicador de que el cuerpo está haciendo lo que ha de hacer, pueden ser un motivo por el cual la mujer se sienta irritable y malhumorada, así como también los despistes y la falta de memoria que nos acompañan durante todo el embarazo. Por otro lado, esta misma sensación de cansancio puede menguar el deseo sexual durante el primer trimestre y, si bien los pechos adquieren unas dimensiones más atractivas, ¡por nada del mundo queremos que sean tocados!   

Estar embarazada significa un gran cambio, de hecho, es el único momento vital en que hay tantas hormonas activas y trabajando en el cuerpo de la mujer y esto, aunado a que psíquicamente estamos haciendo transformaciones intensas (aunque no seamos consciente de ellas) también nos juega algunas “malas pasadas” en nuestro estado de ánimo. Así, podemos pasar de estar contentas a sentirnos irascibles y luego estar desconsoladas por algo que conscientemente sabemos que no es tan importante. Lo mejor que podemos hacer para sobrellevar esta situación es tenerlo presente. Evidentemente eso no hará que no nos afecten las cosas pero, cuando nos hayamos calmado, puede ayudar a entender porque tanta sensibilidad repentina. También es bueno que se lo recordemos a nuestra pareja de vez en cuando, antes de que piense que se nos están fundiendo las neuronas. Una vez han pasado las primeras 15 semanas, esta labilidad emocional disminuye considerablemente.

También debemos considerar que en esta primera fase del embarazo, las mujeres tenemos dos vivencias de angustia más o menos importantes: la más conciente está asociada a los cambios que empieza a vivir nuestro cuerpo y la otra, menos conciente, es el temor de que el bebé que se gesta en nuestro interior no se esté desarrollando adecuadamente. Esta angustia frecuentemente se manifiesta a través de los sueños o de las fantasías, y muchas veces es debido a este miedo que se retrasa el dar la noticia a familiares y amigos, o se comenta “con la boca pequeña”.

El embarazo, sobre todo el primero, es un proceso trascendente y crucial en la vida de cada mujer, independientemente de la manera como lo vivencie. Se trata de una etapa que impone la necesidad de adaptarse a grandes cambios, no sólo porque el cuerpo adquiere un gran protagonismo, sino también porque es una importante experiencia emocional, cargada de mucha ambivalencia que la futura madre tiene que aprender a tolerar y manejar. Otro elemento importante es que a partir de que sabemos que estamos embarazadas, consciente o inconscientemente, se comienza un trabajo intenso en relación a la propia infancia y la propia madre, a nuestra vivencia como hijas, esto muchas veces puede resultar doloroso o desconcertante y requiere de cierto esfuerzo y trabajo personal; pero de esto hablaré más ampliamente en otra entrada.

Si estás en el primer trimestre de tu embarazo, ¡felicidades! Estas comenzando un intenso viaje, procura vivirlo al máximo y con la mayor conciencia, busca información lo antes posible, mientras más cosas sepas más libertad tendrás para escoger las opciones que más te vayan bien y, si te encuentras emocionalmente abrumada y se te hace difícil de manejar, busca alguien calificado que pueda escucharte, darte apoyo y acompañarte en el proceso. 

Bibliografia consultada:
-Beatrijs Smulders y Mariël Cronn. Embarazo Seguro. Barcelona: Medici.
– Joan Raphael – Leef. Pregnancy. The Inside Story. UK: Karnac.
-Patricia Alkolombre. Travesías del Cuerpo Femenino. Buenos Aires: Letra Viva Editorial.

Psicóloga Perinatal, con formación en psicología clínica y terapia de pareja y familia, especializada en maternidad, paternidad y crianza, y orientada desde la crianza respetuosa y el ecofeminismo.

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