Al ser el COVID-19 una enfermedad tan reciente, no poseemos aún información suficiente, válida y fiable, sobre cómo puede afectarnos durante ciertos estados o situaciones específicas, como el embarazo o la lactancia. A razón de esto, no sólo podemos sufrir por el mal generalizado de la angustia, la desinformación y la alarma, sino que también nos podemos encontrar con el serio inconveniente de padecer intervenciones perjudiciales e indicaciones innecesarias o iatrogénicas, cuyo coste para madre y bebé desconocemos.

La enfermedad causada por el coronavirus es altamente infecciosa y debido a la gran expansión que está teniendo, ha sido declarada por la OMS como una emergencia global de salud pública.

No existe evidencia científica, hasta el momento, de que las mujeres embarazadas sean más susceptibles a la infección. De hecho, en números absolutos, ha habido más hombres que mujeres infectadas. No obstante, hay que ser muy prudentes y precavidas, pues lo que sí sabemos es que las mujeres embarazadas son particularmente sensibles a las infecciones respiratorias de carácter viral debido a su estado inmunodeprimido y a los cambios adaptativos fisiológicos propios del embarazo.[1]

En el único estudio realizado hasta ahora con mujeres embarazadas infectadas por el coronavirus[2], se encontraron los siguientes hallazgos tras evaluar a 9 embarazadas, de entre 36 y 40 años, que durante el tercer trimestre (semana 36 a la 39+4) dieron positivo para el COVID-19:

  1. La sintomatología presentada fue similar a la de los otros adultos: 7 de ellas con fiebre, 4 con tos, 3 con dolores musculares, 2 con dolor de garganta, y 5 linfopenia.
  2. Todas tenían neumonía, pero ninguna necesitó ventilación mecánica y ninguna falleció.
  3. Todas tuvieron partos por cesárea -por indicaciones médicas que no estaban relacionadas con el virus- y los bebés presentaron buenas puntuaciones APGAR al nacer.
  4. No hubo asfixia neonatal en ninguno de los recién nacidos.
  5. Se tomaron muestras de 6 de las 9 díadas de líquido amniótico, sangre del cordón, saliva de los bebés y leche materna, y todas resultaron negativas para el virus. Con lo cual, a pesar de contar con una muestra tan reducida, los investigadores concluyen que no hay evidencia que sugiera que desarrollar coronavirus durante el tercer trimestre del embarazo pueda derivar en infección intrauterina causada por transmisión vertical.

Como el estudio se realizó con mujeres que se encontraban en el tercer trimestre, se desconoce cuáles podrían ser los efectos de la posible infección por COVID-19 durante el primero y el segundo. De la misma manera, queda por clarificar si el parto vaginal puede aumentar el riesgo de infección intraparto, o no.

Es importante aclarar que “la infección por coronavirus no es una indicación en sí misma para provocar el parto, a menos que se necesite mejorar la oxigenación materna. En casos sospechosos, probables o confirmados de infección de COVID-19, el parto debe ser realizado en una sala de parto lo más aislada posible. El tiempo y tipo de parto debe ser individualizado, dependiendo principalmente del estatus clínico de la paciente, la condición fetal y la edad gestacional. En el caso de que una mujer infectada se ponga de parto de manera espontánea con un progreso óptimo, se le debe permitir parir vaginalmente.”[3]

Si estás embarazada y estás viviendo la situación excepcional que tenemos ahora mismo en España, es importante que dobles las precauciones para tu cuidado, evitando exposiciones innecesarias con otras personas. Esto te incluye a ti y a tu pareja, hijos/as u otras personas que vivan contigo. Es importante que todos/as sean conscientes de que tomando estas precauciones te están cuidando a ti y a tu bebé. También evita al máximo posible el contacto con personal sanitario, y acude a un hospital o centro de salud en caso de que sea estrictamente necesario. Plantéate la posibilidad de contactar a una comadrona de parto en casa que pueda hacerte seguimiento y asistencia. Si quieres ampliar tu abanico de opciones en este sentido, te invito a leer el artículo de Ibone Olza, Mi plan de coronavirus para parto y lactancia.

Y, finalmente, pero no menos importante ¡cuida tu salud mental y emocional! Desconéctate de las noticias y las redes sociales. Puedes pedirle a alguien de confianza que te informe sólo sobre aquello que sea esencial saber. Aprovecha este período de confinamiento para descansar, conectar con tu embarazo, hablar con tu bebé, preparar cosas por casa, compartir con tus otros hijos/as (si los tienes) antes de que nazca el pequeño/a, hacer estiramientos u otras actividades de disfrute que puedas hacer en casa y que a menudo te reprochas, porque no tienes tiempo para hacerlas.

¿Sientes miedo ante toda esta situación? ¿Estás angustiada y temes ponerte de parto o presentar alguna complicación obstétrica con este panorama? Lo entiendo. El miedo es una de las emociones defensivas básicas de nuestra psique, y es una reacción normal y saludable ante situaciones que nos son desconocidas, amenazadoras o potencialmente peligrosas. El miedo tiene una función adaptativa, ya que nos ayuda a estar alerta y actuar de la manera que sea necesaria para minimizar riesgos, costes o amenazas, pero también nos puede paralizar, bloqueando nuestra capacidad de acción. Es en este caso que se convierte no sólo en un sufrimiento, sino también en un problema psicológico a atender y tratar.

Nuestros miedos y angustias también los siente nuestro bebé. Lo que quiero decirte con esto es que el bebé puede percibir, notar, dentro del útero si nos encontramos relajadas o en tensión. Además, algunas emociones producen neurohormonas que a dosis muy elevadas traspasan la barrera placentaria afectando al bebé, positiva o negativamente, según sea el caso.

Ahora bien, en el caso de las emociones negativas como el miedo -y otras que se pueden dar en situaciones de confinamiento, como la soledad, incertidumbre, tristeza, aburrimiento, angustia, etc.- es importante tener en presente que las emociones en sí mismas no son negativas para el bebé, salvo si se cronifican, en cuyo caso sí que pueden tener consecuencias más o menos graves.

Habla de tus emociones con alguien que pueda escucharte sin juzgarte, que te apoye y pueda darte la contención que precisas. También cuéntale a tu bebé lo que te está pasando y porqué estás angustiada (si es que lo estás). Infórmate sobre cuáles son tus mejores opciones -esto también hará bajar tu nivel de angustia- e intenta conectar con aquellas cosas que puedan generarte bienestar.

 

 

[1] Rasmussen SA, Smulian JC, Lednicky JA, Wen TS, Jamieson DJ, Coronavirus Disease 2019 (COVID-19) and Pregnancy: What obstetricians need to know, American Journal of Obstetrics and Gynecology (2020), doi: https://doi.org/10.1016/j.ajog.2020.02.017.

[2] Huijun Chen, Juanjuan Guo, Chen Wang, y col.  Clinical characteristics and intrauterine vertical transmission potential of COVID-19 infection in nine pregnant women: a retrospective review of medical records, The Lancet (2020), 395: 809-15, https://doi.org/10.1016/ S0140-6736(20)30360-3

[3] Poon, L. ISUOG Interim Guidance on 2019 novel coronavirus infection during pregnancy and puerperium: information for healthcare professionals. 2020.

Psicóloga Perinatal, con formación en psicología clínica y terapia de pareja y familia, especializada en maternidad, paternidad y crianza, y orientada desde la crianza respetuosa y el ecofeminismo.

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