Desde que soy psicóloga, y más aún, desde que comencé a trabajar en clínica y psicoterapia, me ha sorprendido la facilidad con la que algunas personas califican de normales comportamientos o síntomas que expresan un malestar psicológico ulterior.

Desde el corpus del conocimiento clínico y el saber de la experiencia, las racionalizaciones y otros mecanismos de defensa son comprensibles y previsibles: a la mayoría de las personas no les gusta sentirse cuestionadas en su “normalidad”, el malestar y los síntomas (propios o ajenos) siempre están diciendo algo del sujeto que muchas veces no queremos escuchar, bien porque cueste asumir algunas fallas o carencias, bien porque cuestionan nuestra manera de llevar la vida o nuestras relaciones más íntimas, o también.. por muchos otros motivos.

No obstante, desde que empecé a trabajar en el ámbito de la Maternidad y la Crianza, he ido encontrándome con supuestas “normalidades” que a veces alcanzan envergaduras escandalosas y alarmantes. No sólo porque el discurso normalizante suele darse, sorprendentemente, tanto en legos en disciplinas sanitarias como en el colectivo médico o socioeducativo (ya hablaremos de ello), sino también –y esto es lo realmente grave– porque dicho discurso lanza a las mujeres embarazadas, puérperas o que están criando, por un despeñadero sobre una bicicleta que aún no han aprendido a montar. El resultado, tristemente, es que las madres acaban apañándose como pueden: algunas logran transitar ese despeñadero sorteando los obstáculos sin mucho más que un moretón o una rascada; otras van dando tumbos y llegan bastante más magulladas y con heridas que se convertirán en cicatrices de por vida; en cambio, las menos afortunadas, bajarán a medio camino y se quedarán detenidas, sin poder ni saber cómo moverse, esperando a que pase algo que las saque de ahí pero por otros medios, como es el caso de la depresión postparto, por ejemplo.

Visto así es una situación muy desoladora…

L@s profesionales de salud que están en contacto con estas mujeres durante este período sensible son, en gran medida, l@s responsables de que esta situación se mantenga así, ya que son el principal referente y productor del discurso normalizante, respaldando sus palabras en el supuesto saber que les otorga su profesión, e incluso algun@s lo hacen sin cuestionarse si están debidamente formad@s o no para dar una respuesta que más bien corresponde a la psicología sanitaria o clínica. De este modo, me he encontrado, tanto en la consulta como en diversos foros y grupos virtuales en los que participo, con infinidad de madres cuyos médicos de cabecera, comadronas, ginecólog@s, enfermeras pediátricas, pediatras o educadores de sus hij@s, han desestimado con bastante ligereza alguna queja, malestar, síntoma, comportamiento, emoción, etc. –que alude a un sufrimiento psíquico o a un malestar emocional que pone en situación de riesgo y vulnerabilidad a alguna mujer–, diagnosticando aquello como “NORMAL”.

Dicho esto, quiero hacer algunas aclaratorias sobre las supuestas “normalidades” que una puede encontrarse durante el embarazo, el puerperio o la crianza:

  • NO es normal sentirte muy triste, angustiada, con miedos o con altibajos emocionales que te dificulten llevar tu día a día durante el embarazo. Si esto te está sucediendo es una alarma de que psicológicamente la gestación te pueda estar afectando de ciertas maneras que valdría la pena revisar, según tu historia personal. Las hormonas presentes durante el embarazo pueden generar cierta labilidad afectiva en la mujer, pero ésta no tendría que acabar en un abanico de síntomas emocionales.
  • NO es normal sentir mucho miedo, temor, aprehensión o ansiedad ante la inminencia del parto. El parto es un momento muy intenso y, sobretodo, si es la primera vez que se vive puede generar un poco de temor o ansiedad debido a la incertidumbre de una situación vital muy importante y completamente novedosa pero, si lo que estás sintiendo va un poco más allá, es posible que se estén expresando las emociones de otras vivencias pasadas mal elaboradas.
  • NO es normal que te sientas triste, decepcionada, culpable o con ganas de llorar constantes después del parto; puede que sea algo habitual, pero si te pasa es una alarma de que no estás recibiendo el cuidado o el apoyo necesario, y que te estás sintiendo sobrecargada o abrumada con los cuidados del bebé. En este caso se ha de buscar ayuda o apoyos efectivos, amorosos y fiables, así como también la compañía de otras mujeres puérperas. Y si aún así, el malestar continúa o va a más, es imprescindible visitarse con un psicólog@ perinatal.
  • NO es normal que te sientas mal por el parto que tuviste. El parto es una de las vivencias más intensas por la que pasamos las mujeres. Es una vivencia que queda grabada con fuego en nuestra memoria, siendo capaces de evocarla con detalles muchísimos años después. Si el recuerdo de tu parto está lleno de sentimientos de inadecuación, vergüenza, miedo, rabia o dolor injustificado, es posible que hayas sufrido un parto no respetado y que, por lo tanto, sea algo que debas sanar a su debido momento. Si después de un parto tienes dificultades para retomar la sexualidad o sientes temor a volver a quedar embarazada por la posibilidad de vivir otro similar, es posible que haya sido una experiencia traumática que debas elaborar con la ayuda psicológica adecuada.
  • NO es normal que te sientas sola durante la crianza de tu hij@. Hay muchos cuestiones, aspectos y sutilezas del postparto y la crianza que nadie nos cuenta. Criar niñ@s en la sociedad actual donde las relaciones sociales están diluidas, las familias extensas son casi inexistentes, hay una gran ausencia de tribu que hace que una se acabe encerrando entre las cuatro paredes de su casa, no solamente es difícil, sino que es una fuente de muchísimo malestar y sufrimiento para las madres. Si te sientes sola, ¡busca tribu! Busca espacios de encuentros con otras madres y otros niñ@s, pide ayuda para que puedas tener momentos para ti y recargar energías, y si aún así los sentimientos de soledad, malestar o agobio no cesan, busca ayuda especializada.
  •  NO es normal que te sientas agobiada, extenuada, sin ánimos de nada, sin saber hacia dónde quieres ir o qué quieres hacer, sin poder conectarte con lo que disfrutabas o hacías antes de ser madre. Si tienes esta sensación, si no reconoces la persona que eres, o te cuesta recordar la que eras antes, nuevamente, es porque vas muy sobrecargada y te encuentras solas y es un indicador de que necesitas tiempo/espacio para reflexionar, reencontrarte contigo como mujer y «rehacerte» después de la exigente tarea de la primera crianza. La maternidad hace que tengamos que dejar de lado muchas facetas de nuestra vida que antes disfrutábamos, y aunque en el momento lo hagas gustosas, al cabo de un tiempo se hace necesario recobrar un espacio adulto de individualidad que te permita reconectar con estas partes de ti que también requieren de tu atención y que son necesarias para tu crecimiento como individuo.
  • NO es normal que las parejas se distancien emocionalmente durante la crianza. Lamentablemente es muy habitual, pero eso no lo hace normal. Una pareja debería tener la suficiente solidez, madurez y comunicación como para poder ser fuente de apoyo y ayuda mutua en el momento en que la prioridad es la díada madre-bebé. Un padre o madre no gestante debería poder brindar apoyo a su compañera sin reproches de por medio, y una madre debería poder hacer peticiones claras de ayuda sin sentirse culpable. (Si quieres leer más sobre este asunto, puedes pichar aquí).

Esta lista podría ser mucho más larga. En todo caso, lo que finalmente quiero transmitir es que cualquier sufrimiento emocional o malestar psicológico durante el período de embarazo, postparto y crianza, no solamente NO ES NORMAL, sino que requiere de un acompañamiento especializado y amoroso hacia la madre que lo padece. No sólo porque está en juego la salud emocional de la madre, sino porque es necesario un bienestar mínimo para poder establecer un vínculo sano y adecuado con el bebé y poder tener la entereza psíquica que las demandas de un recién nacido o un niñ@ pequeñ@ ameritan.

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Psicóloga Perinatal, con formación en psicología clínica y terapia de pareja y familia, especializada en maternidad, paternidad y crianza, y orientada desde la crianza respetuosa y el ecofeminismo.

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