No con poca frecuencia me encuentro con madres que dicen haber pasado por una depresión posparto pero, al indagar un poco más allá pareciera que se trataba de una «tristeza momentánea», que puede durar algunos días y que además la padecen la mayoría de las mujeres primerizas. Se trata de lo que los norteamericanos llaman el babyblues.

Sin embargo, en muchos blogs sobre maternidad traducen esta “tristeza del bebé” como una “leve depresión posparto” y esto, a mi entender, es un error que puede llevar a confusiones y a que algunas madres no soliciten la ayuda adecuada de manera temprana. Además, desde el punto de vista del lenguaje no es lo mismo decir que una “está triste” a que “está deprimida”, lo segundo lleva una connotación patológica o de enfermedad y, desde el punto de vista cultural y social, es otra forma más de encasillar el período del embarazo/parto/posparto dentro del rótulo de “enfermedad a ser tratada” que sigue colocando a la mujer en una posición pasiva y sumisa frente al Otro que sabe. Si tomamos en cuenta que cerca de un 80% de las mujeres puérperas han padecido en algún grado está “tristeza del bebé” o babyblues, estamos hablando de muchas mujeres “enfermas” o, siendo fieles a la traducción, “levemente enfermas”. No debemos olvidar que el campo de la salud mental, como el obstétrico, también ha sido, a lo largo de la historia, uno de los que más se ha prestado como lugar privilegiado donde ejercer control social sobre los miembros de cada cultural, con lo cual todo matiz es importante y necesario.
Ahora bien, ¿qué es un babyblues?
Muchas lo sabréis por experiencia propia. La descripción hace referencia a cambios súbitos en el estado de ánimo de la recién madre, que aparecen más o menos a partir del tercer día de haber tenido al bebé, y que incluyen episodios como sentirse muy feliz y de repente sentirse muy triste, llanto sin razón aparente,  sentimientos de impaciencia, fatiga, irritabilidad, inquietud, ansiedad y/o soledad, pérdida del apetito o del sueño. Los babyblues pueden durar sólo unas horas o de hasta a 1 a 2 semanas después del parto, y no suelen requerir ningún tipo de tratamiento por parte de un agente de salud. En realidad el babyblues a veces también puede ser un síntoma de que la madre no está recibiendo el suficiente apoyo efectivo y el acompañamiento cálido necesario en este período de la vida. Otra razón de la aparición de los babyblues son los grandes cambios hormonales que, en las primeras de cambio, pueden generar desorden en el organismo.
Si en algún momento identificas que te estás sintiendo así es vital no estar sola, compartir estos sentimientos con la comadrona, con una doula o con cualquier persona que pueda ofrecer una escucha cálida y sensible y que tenga cierta experiencia en la vivencia de los cambios que conlleva la maternidad. Los grupos de apoyo a la lactancia o los grupos de crianza son un espacio perfecto para rodearnos de madres que están viviendo situaciones similares y buscar así el apoyo de los pares. No hace falta consultar a un psiquiatra, ni a un psicólogo por un babyblues, y sobretodo hay que tomar en cuenta que se trata de algo transitorio.
Otro elemento importante es hablar con nuestra pareja (si es posible antes de que se dé el nacimiento del bebé) sobre la posibilidad de que algo como esto suceda. Tod@s se asustan de las sensaciones extremas que tenemos las madres cuando recién hemos dado a luz y en lugar de acompañarla y protegerla, muchos se angustian y corren a buscar “soluciones” rápidas. Repito (esta vez para los familiares) tener un bajón emocional, sentirse triste o incluso desesperada, tener algún pensamiento de que no lo estamos haciendo bien o algún sentimiento ambivalente hacia el bebé, sentirse desconcertada y un poco “estafada”, querer llorar o estar de mal humor no es una depresión posparto. Para que se de una depresión posparto real se necesita una fragilidad emocional durante el embarazo a antes del mismo, la vivencia de un parto maltratado y/o violentado, y la sensación de estar sufriendo una desprotección emocional después del parto. Aún así, si la  vivencia del babyblues se prolonga o si resulta muy desconcertante o desolador para la mujer se ha de buscar apoyo, pero un apoyo que de compañía, calidez, ayuda, fortaleza emocional, alguien que haya transitado un camino similar y pueda acompañar, preferiblemente una psicóloga perinatal o con formación en el tema.
Sin embargo, la depresión posparto también existe. Sus síntomas son parecidos a los antes mencionados pero mucho más intensos: llanto, irritabilidad, falta de energía, sentimientos excesivos de culpa, trastornos de sueño y apetito, problemas de concentración, aislamiento social y dificultad para funcionar mínimamente en el día a día, lo cual conllevaría una pérdida de interés o indiferencia hacia el bebé, o se expresaría a través de actitudes intrusivas u hostiles hacia éste. También puede ir acompañada de síntomas hipocondríacos, somatizaciones, temores y fantasías de dañarse a sí misma o a su bebé. Estos síntomas suelen aparecer en algún momento entre las primeras 2 semanas y el primer año, y han de estar presentes durante un mínimo de 2 meses para hacer un diagnóstico seguro.
La recomendación es solicitar ayuda de un psicólog@ o psicoterapeuta, -preferiblemente formado en temas de maternidad-, cuando los síntomas descritos anteriormente sean muy intensos o se prolonguen más allá de las 3-4 semanas tras el parto.

Otra cosa a tener en cuenta para quien se lo plantee es que, de ser necesaria alguna medicación para aliviar los síntomas, los antidepresivos son compatibles con la lactancia materna.

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Psicóloga Perinatal, con formación en psicología clínica y terapia de pareja y familia, especializada en maternidad, paternidad y crianza, y orientada desde la crianza respetuosa y el ecofeminismo.

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