El viernes pasado fui a ver “Una gossa en un descampat” (Una perra en un descampado), sabiendo que sería una historia intensa y conmovedora, con una trama dramática difícil: la muerte perinatal. Pero he de decir que con lo que me encontré superó todas mis expectativas.

Clàudia Cedó, en esta obra autobiográfica, ha puesto sobre las tablas cómo podemos ser capaces de encontrar belleza incluso en nuestro descampado más solitario. La autora invita a los espectadores, gracias a las actuaciones magistrales del elenco, a presenciar y, en cierta medida, transitar un viaje a través del dolor, la soledad, la depresión y el vacío, pero al mismo tiempo teniendo como recursos en el equipaje al amor y el humor, y la toma de consciencia como destino final.

La obra trata del proceso que vive Julia desde que se entera, a los 5 meses de embarazo, que tendrá que parir muerto a su hijo, de lo que ocurre durante su estancia en el hospital, de su permanencia en la nada –el no res–, anestesiada por el dolor y las pastillas, y del intenso proceso que vive cuando comienza a dialogar con los desechos (les deixalles) de ese descampado que no es más que su propia alma, y cuando se permite recordar y mirar la sombra de sus miedos a la cara, dialogar con su dolor y con su rabia, hasta lograr salir transformada, reconociendo que en un descampado de muerte y sufrimiento también hay lugar para la belleza y la vida. Se trata, en un sentido poético, del proceso de duelo que padece una mujer al parir a un hij@ muert@.

La obra también nos confronta con las dificultades sociales que tenemos para lidiar con la muerte perinatal, de la superficialidad con la que se trata el tema, de la dificultad en tan siquiera mirar, reconocer, nombrar, poner palabras a las emociones de una madre sin hij@. Bien lo dice Julia en un momento de la obra: “para la gente mi hijo no ha existido”, “las personas pasan de puntitas por encima de mi hijo muerto”, “hay silencios que son ensordecedores”; y también lo dicen las caras de l@s espectadores: su llanto, su respiración contenida, su entrega absoluta a una experiencia tabú pero ampliamente compartida. Vivencia de la que el público participamos como “la masa uniforme que somos”, desde la humanidad que nos es común a tod@s.

Este drama también visibiliza las dificultades de la pareja, Pau, el padre de la criatura, de no poder acabar de entender el dolor de su mujer. En algún momento Pau, antes del fatídico parto, dice: “para mí él no existe, yo no lo llevo dentro, no puedo vivirlo como tú”; y desde esa incapacidad parece dejarla sola, a su suerte con el dolor y el peso de la responsabilidad.

Pero sobretodo Una gossa en un descampat vuelve una y otra vez al dolor y la soledad que viven las mujeres que pasan por esta pérdida, a lo difícil que es entenderla y aceptarla, a sus idas y venidas, con sus culpas y contradicciones al sentir alivio a la vez que una profunda pena, y al miedo a que la vida nunca más vuelva a tener brillo. Esta gran obra nos adentra en el paisaje desolado en el que estas mujeres se ven atrapadas, el paisaje de aquello que pudo haber sido y no fue:

“Julia: La meva memòria és com un descampat. Només s’hi passeja el meu fill. Tinc el cap ple de deixalles.

Julia 2: No són deixalles.

Julia: I sorra… i herbes. Sorra i herbes sota el meu fill. Com es pot trobar la mort quan s’espera la vida? No m’en sortiré. Romandré aquí sempre. En aquest hospital abandonat que és el meu cap.

Julia 2: T’en sortiràs”[1]

Finalmente, Cedó nos ayuda a salvarnos a través de la esperanza que insufla al mostrarnos la fortaleza que se encuentra en nosotr@s para seguir adelante, de la necesidad de dialogar con las propias sombras, del hacer las paces con la muerte para así poder llegar a la luz que nace de la alquimia del dolor.

Muchas gracias Clàudia por este regalo que nos haces. Muchas gracias por tener la valentía y la generosidad de compartir tu duelo. Gracias también por poner esta dura realidad sobre la mesa, por hacerla visible. Y gracias, otra vez, por hacerlo de esta manera tan hermosa, porque tod@s tenemos nuestros descampados, nuestros desechos que ocultan belleza, y nuestras sombras que nos permiten acceder a la luz y la conciencia. ¡Gracias!

 

[1] Extracto del guión de la obra. https://twitter.com/elvillacampa/status/1016807650925924352/photo/1

Psicóloga Perinatal, con formación en psicología clínica y terapia de pareja y familia, especializada en maternidad, paternidad y crianza, y orientada desde la crianza respetuosa y el ecofeminismo.

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