Muchísimas mujeres a lo largo de alguno de sus embarazos se han preguntado si su bebé es capaz de sentir o percibir de alguna manera sus estados emocionales. Generalmente se trata de una pregunta que nos hacemos cuando sentimos alguna emoción displacentera como disgusto, enfado, tristeza o angustia.

Sí, el bebé en el útero siente. Pero ¿qué siente?

Al igual que en otros momentos de la vida, durante el embarazo las mujeres pueden sentir emociones placenteras o displacenteras. Las primeras conllevan expansión y las segundas contracción. El bebé intrauterino es capaz de experimentar las emociones maternas desde este contexto, sintiendo el útero expandido y relajado, o contraído y tenso, es decir, el bebé cuando está en el útero se encuentra en el espacio adecuado para su desarrollo, siempre y cuando la madre y el músculo uterino no estén en una situación crónica de estrés o de miedo.[1]

Por otro lado, algunas emociones producen neurohormonas que, a dosis muy elevadas traspasan la barrera placentaria afectando al bebé, positiva o negativamente , según sea el caso. Por ejemplo, si tenemos momentos de felicidad o de placer extremos y segregamos oxitocina, ésta llega al bebé generando un efecto beneficioso, de la misma manera, si estamos pasando por una situación angustiante o de mucha tensión generamos cortisol, que también llega al bebé pero, en este caso, afectándole de una manera negativa.  De hecho, existen muchos estudios que han correlacionado el riesgo de parto prematuro, el bajo peso al nacer, o el estancamiento del crecimiento intrauterino, con trastornos ansiosos o depresivos no tratados durante el embarazo.

Es importante recalcar que las emociones no son negativas en sí mismas, ni para la madre, ni para el bebé, salvo si se cronifican. Pongamos el ejemplo más común: el estrés. Estar estresada de tanto en tanto durante el embarazo no tiene consecuencias perniciosas, vivir alguna situación estresante o dolorosa en un período del embarazo no tiene porqué tener consecuencias, si la mujer puede ir y venir de este malestar. En cambio, si ese estrés se cronifica sí que puede generar consecuencias en el desarrollo del bebé y del embarazo.

Existen circunstancias psicosociales que pueden aumentar la sensación de malestar psicológico durante el embarazo ya que pueden convertirse en detonadores potenciales de áreas vulnerables ocultas en mujeres médica y psicológicamente sanas. Si alguna de estas situaciones generan inquietud, angustia, o tristeza, de una manera un poco más persistente, se debería buscar algún tipo de ayuda para elaborarlas durante la gestación. ¿De qué situaciones estamos hablando?

  • Dificultades o inestabilidad en la relación de pareja. Es uno factor de riesgo para sufrir depresión durante el embarazo o el postparto. Si la relación de pareja no está bien, o no te sientes lo suficientemente apoyada por él o ella durante el embarazo, es recomendable hablarlo y, si hace falta, buscar ayuda profesional antes del nacimiento del bebé.
  • Pérdidas de personas cercanas durante el embarazo. Si sucede sería conveniente buscar acompañamiento psicológico especializado para trabajar en el proceso de duelo.
  • Condiciones laborales y/o económicas adversas. Estrés laboral: temor a sufrir mooving o a que su carrera se vea sancionada por la maternidad. Temor por la dificultad de lograr una conciliación familiar satisfactoria.
  • Madres Solteras. Principalmente en el caso en que no haya una red social y/o familiar que brinde soporte.
  • Mudanzas durante el último trimestre del embarazo. Las mudanzas suelen ser situaciones que tienen el potencial de movilizar aspectos emocionales, es preferible evitarlas durante el último trimestre del embarazo y el postparto inmediato.
  • El posible efecto Nocevo de los controles prenatales.[2] Se trata de uno de los estresores más potentes durante el primer y el tercer trimestre. Tal y como afirma Michel Odent, parece ser que muchos de los profesionales de la salud implicados en los cuidados prenatales no han entendido que uno de sus roles principales es proteger el estado emocional de las embarazadas. Así, la medicina defensiva a menudo suele alertar a las mujeres sobre posibles irregularidades en el desarrollo fetal, que al cabo de unas semanas ya no lo son, sembrando así la semilla de la angustia en mujeres que podrían haber llevado un embarazo tranquilo. Es vital contar con profesionales que nos den información actualizada basada en la evidencia, que no tengan actitudes condescendientes ni paternalistas, y que puedan escuchar nuestras preocupaciones más allá de realizar un control físico del embarazo.

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[1] Yolanda González Vara.( 2010). Amar sin Miedo a Malcriar. Barcelona: RBA Publicaciones.

[2] Michel Odent. “El posible efecto Nocebo del cuidado prenatal” https://www.holistika.net/parto-natural/parto-medicalizado/el-posible-efecto–nocebo–del-cuidado-prenatal.asp

Psicóloga Perinatal, con formación en psicología clínica y terapia de pareja y familia, especializada en maternidad, paternidad y crianza, y orientada desde la crianza respetuosa y el ecofeminismo.

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